FARINGE

Haces bien en no hablarme, cuando mis versos no van a ninguna parte. Cuando mi vida a la nada, no quiere ni saludarte.

Haces bien en no mirarme porque mi aspecto es mundano; cuando mi eterno es divino y siempre pospongo odiarte.

Mi cama, que ahora está fría, no es un servil camarada.

Las noches pasan de largo y el sueño que tarda y tarda, me invita a beber un poco. Miles de sorbos de todo, nada parecido al agua y mi faringe muriente extraña a su nicotina.

Hace bien en alejarte porque mi futuro es incierto. En realidad, inexistente. Carece de cementerio.

¿Hay sonoridad flagrante en mis palabras de hierro?

O es que a mis pensamientos se los consume el acero y parten del cerebelo precipitándose a nada.

Nada, como mi vida. Sin un destino apacible. Con vueltas y despedidas. Con fiestas que siempre tristes, flagelan el autoestima.

Te callas con monosílabos, preferiría el silencio. Preferiría alejarme. Haber tenido el buen tino de ahorrar cuando era posible y estar en el mar, aislado, feliz pero siempre triste.

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