EL TESTAMENTO (parte I)

Careciendo de testamento por no tener propiedad
quiero dejar aquí escrita mi última voluntad:
Dos monedas en los ojos. Incineración Total.
Una lápida en granito en el Pantheon general.
Las cenizas, ¡arrojádlas! en el campo más bonito
ahí donde crezcan las flores, sin intervención mortal.

Mis órganos, a quien los quiera;
las monedas bajo la estela
mis huesos para la ciencia y mis cabellos a un calvo
Salvo que mi cabellera sirva para hacer pinceles
Y que se donen mis libros, a quien no sepa leer
Mi bicicleta a algún gordo y mis escritos ¡quemadlos!…

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