CUATRO VOCES, UNA FIESTA, INSEGURIDAD, ANSIA Y UN POCO DE APATÍA.

“Me prestas tu… ¡Eso!, gracias”. Prendió el cigarro y empezó a hablar. “¿Sabes por qué estamos aquí?”– preguntó. “No sé, es distinto en todos. Él, por ejemplo, recibió una llamada, yo un mail y no, no me interesa lo que tú hayas recibido”. “Eres bien imbécil, ¿sabías?”. “Sí, me lo dices todo el tiempo”. Se paró, cogió cuatro cervezas y volvió a sentarse.

“No es normal que estemos hablando de esto, ¡es una fiesta! Vamos a bailar.” “Y, ¿de qué te alegras?, ¿conoces siquiera al anfitrión?” “No, pero eso no me importa, alguien invirtió tiempo y dinero en hacer ésta fiesta, ¿diviértanse, no?” “Yo sé quién hizo la fiesta, es amigo de unos amigos, estamos en la misma clase y…” “Y, ¿lo has visto?” “No, pero puedo conocerlo aquí, es muy probable que baje de nuevo en cualquier momento” “Y ¿si nunca más baja?” “Bajará o nos invitará a subir, no sé. De todas maneras podemos conocerlo, hay cuadros de él por toda la casa y la fiesta misma, ¡tan bien organizada!, debe ser un buen tipo.” “Debe ser un imbécil. Cuanto gasto en esta fiesta, cuánto tiempo perdido. Nosotros…nosotros sólo nos divertimos sin él. Nadie le dará las gracias jamás, nunca lo conoceremos y nadie se acordará de él mañana”.

“¿Y si este tipo hizo la fiesta para ganar dinero? Y si la hizo para…” “¡Ya Cállate! Si la hizo porque se le antojó hacerlo o porque nos aprecia es algo que no te importa. No lo entenderás a menos que hables con él y le preguntes.” “Bueno… Pero ¿puedo saber por qué no baja?” “No. Tampoco” “¿Por qué te preocupa tanto? Ésta fiesta, ésta gente, ésta libertad para hacer lo que queramos, TODO ES GRATUITO.” “Todo está tan bien hecho que me da náuseas.”

“¿Somos simples invitados o somos más que eso? Quizá y nos invitaron por equivocación. Ya deberíamos dejar de preocuparnos.” “Al fin dices algo inteligente.” “Yo, por mi parte, lo seguiré esperando.” “Yo no. ESTOY HARTO. Tanto tiempo defendiendo a un extraño. Iré a bailar y luego a casa.” “A mí nunca me interesó esperarlo, porque soy mejor que ustedes tres, zopencos. Odio a todos los que aman y los que felices son y a todos los que nos llaman T.I.D. y no nos dejan conversar en paz. Nadie cambiará mi mundo”. La fiesta terminó, el anfitrión nunca bajó y él permaneció sentado.

Y es que la fiesta termina distinto para todos, el anfitrión te da a escoger. Puedes irte cuando quieras, puedes subir a verlo cuando quieras. Puedes hacer lo que quieras en la fiesta, sólo no les arruines la fiesta a los demás. Vete si estás aburrido. Diviértete si es lo que quieres. O sé como yo, trata de buscar al anfitrión mientras disfrutas la fiesta, deja que él te encuentre mientras estés nervioso.

Pero, sobre todo, vive.

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